Descripción

Asediada por el este y por el oeste, y con los ejércitos enemigos a punto de penetrar en el país, en los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial Alemania recurrió en 1945, como había hecho siempre, al arma Panzer. Aquellos fueron días de proyectos increíbles, como el poderoso Maus, cuyos prototipos, a diferencia de los Panzer de papel, que nunca salieron de las mesas de diseño, llegaron a retumbar sobre el pavimento, aunque parece que nunca entraron en combate. Aquellos fueron días en que las divisiones Panzer tuvieron que tirar de las últimas reservas, en capacidad industrial, en combustible y en formación de tripulaciones. ¿Qué quedaba de los años de las grandes victorias? Resolución. Desde las Ardenas al lago Balatón en Hungría y desde el frente del Óder a las calles de Berlín, cubiertas de escombros, los últimos de la Panzerwaffe combatieron con ahínco, aprovechando hasta el final no solo su ventaja tecnológica, sino también los aprendizajes tácticos de los años anteriores. Fueron los días álgidos del Kampfgruppe, una organización tan flexible como improvisada a veces, gracias a la cual los combatientes alemanes pudieron crear y deconstruir las unidades necesarias para cada batalla. Y con todo ello, dejaron un recuerdo imborrable. Después de la guerra, la palabra Panzer adquirió un significado propio, evocador, no solo para historiadores e interesados en el cruel conflicto que sacudió Europa entre 1939 y 1945, sino también para la propia Bundeswehr, el Ejército de la República Federal Alemana, que, aunque rechazó las tradiciones de la Wehrmacht, sí recuperó principios tácticos y teorías de combate de las victorias pasadas.