Descripción

​La peste negra, el brote original de lo que llamamos la segunda pandemia de peste bubónica, que habría de prolongarse en periódicos rebrotes hasta bien entrado el siglo XIX, asoló entre 1347 y 1352 toda Europa y buena parte del norte de África y Asia Central. A su paso, dejó millones de víctimas que no lograron sobrevivir a los virulentos achaques de una enfermedad brutal, que mataba en cuestión de días. Las estimaciones habituales a partir de la documentación de la época estiman que murió entre el 40 y 60 % de la población europea. El desánimo se apoderó de los que vivieron en aquellos tiempos, que buscaron en la ira divina o en la alineación de los astros la explicación a semejante desolación y se refugiaron en la expiación de los pecados como medio para resarcirse y buscar el perdón de Dios. Los médicos, completamente desconcertados, recurrieron como pudieron a los métodos que consideraron oportunos y que basaban en la tradición antigua, aunque esto también resultó insuficiente. De aquel trágico episodio, habría de resurgir una nueva Europa.