La Reconquista

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Las páginas de este número abordan la Reconquista desde diversas perspectivas. Por el lado musulmán, el califato almohade, que marcó durante casi un siglo la vida en al-Ándalus. Tras su derrumbe se sucederán unas décadas turbulentas de las que solo escapará el emirato nazarí durante doscientos años más. Por otro, los reinos cristianos, que verán en esta inestabilidad una oportunidad. De sus conquistas repasamos las de Mallorca por la Corona de Aragón y la de Sevilla por Castilla, que habría de ser la puerta de una ulterior dimensión marítima y transoceánica. La Reconquista moldeó el periodo con fenómenos como el de las órdenes militares o el de los mercenarios cristianos al servicio musulmán. Somos testigos del choque entre dos esferas religiosas y culturales permeables, a menudo encontradas pero siempre vecinas.

 

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Descripción

La guerra medieval en la Península Ibérica, por Mario Orsi

Las décadas iniciales del siglo XIII fueron un verdadero punto de inflexión en la situación política y militar de la Península Ibérica en el contexto de la Reconquista. El estudio del arte de la guerra en el Medievo peninsular nos muestra unas prácticas militares bien establecidas y una considerable capacidad de cristianos y andalusíes para optimizar sus recursos en la guerra de acuerdo con ellas.

El Imperio almohade, por Maribel Fierro, CSIC

El movimiento almohade surgió en un contexto tribal beréber y bajo el liderazgo de una figura carismática y mesiánica, Ibn Tumart, al que sucederá Abd al-Mu’min, el constructor del Imperio almohade. Gracias a su genio militar y político pudo transformar la estructura original del movimiento para dotarse de una base autónoma de poder que le permitió asegurar la continuidad dinástica entre sus descendientes.

emirato nazarí de Granada terceras taifas

Mesnadas cristianas al servicio de la fe islámica, por José Luis de Mesa

Durante los siglos XII y XIII en el norte de África almorávides y almohades presentan una curiosidad en cuanto a sus ejércitos: la utilización de tropas cristianas compuestas en su mayoría por jefes y soldados reclutados, por la fuerza o voluntariamente, en los reinos cristianos de la Península Ibérica.

Las terceras taifas y el surgimiento del emirato nazarí de Granada, por  Francisco Vidal, Universidad de Jáen

El debilitamiento del califato almohade hacia 1224 permitió que, por tercera vez en su historia, al-Andalus se fragmentara en poderes locales, las taifas (las principales: Murcia y Valencia). Ello propició un arrollador avance cristiano que nadie podía detener y presagiaba la desaparición inminente de al-Andalus. Pero un modesto jefe local de Jaén consiguió reunificar el territorio en un nuevo estado, el emirato nazarí de Granada, que permitió la inesperada supervivencia inicial y la increíble pervivencia posterior de los andalusíes hasta 1492, bajo la última gran dinastía araboislámica de la Península Ibérica, los Nazaríes (260 años, 24 emires). Las claves: inteligencia política y estrategia diplomática.

Fierro tajante Armamento ibérico desde mediados del siglo XII hasta la conquista de Sevilla, por Yeyo Balbás, El Clan del Cuervo

Juan de Soria, canciller de Alfonso VIII y autor de la Crónica Latina, al hablar de Las Navas de Tolosa, aseguraría que “nunca tantas y tales armas de hierro se habían visto en España”. Pero, ¿cómo eran esas armas?

La conquista de Mallorca, por Stefano Maria Cingolani

Cuando, en la primavera-verano de 1228, el rey Jaime I empezó a concretar la organización de la expedición de conquista del reino de Mallorca, la Corona de Aragón acababa de salir de una situación de luchas intestinas que la habían fracturado al poco de morir Pedro II el Católico en el campo de la batalla de Muret, el 12 de septiembre de 1213. El joven rey, de escasos veinte años, había mostrado buenas capacidades para apaciguar a los clanes nobiliarios que habían luchado por el poder. Aún así, y eso se verá reflejado en el proceder de la campaña, no había logrado imponer del todo su autoridad ni había conseguido solucionar completamente las fracturas internas de la nobleza y cimentarla en un espíritu de unidad necesario para el buen resultado de una campaña militar.

Las órdenes militares ibéricas: orígenes y actividad bélica (1150-1250), por Enrique Rodríguez-Picavea Universidad Autónoma de Madrid

Las órdenes militares ibéricas nacen durante la segunda mitad del siglo XII, cuando las distintas monarquías peninsulares se afirman sobre territorios bien definidos, discutiendo la jurisdicción de los poderes universales. Entonces los monarcas comienzan a fomentar la creación de estas instituciones en sus reinos, que se encuentran identificadas con sus proyectos territoriales y actúan como brazos armados de las monarquías, que han adaptado el ideal de cruzada adaptado a la Reconquista a sus propios intereses.

Conquista de Sevilla Fernando III Isbiliya

La conquista de Sevilla, por Manuel García Fernández, Universidad de Sevilla

El 23 de noviembre de 1248, festividad litúrgica de San Clemente, la ciudad islámica de Isbiliya capitulaba ante Fernando III, rey de Castilla y León, tras un largo y complicado sitio de algo más de un año. De este modo tan brillante concluían casi veinticinco años de conquistas castellanas por el valle del Guadalquivir, suponiendo un punto de inflexión en el proceso de la Reconquista.

Reseñas de libros, miniaturas y juegos.

Y además, introduciendo el nº 14: Un precursor de Alejandro Magno: Agesilao II y su expedición “panhelénica” contra el Gran Rey persa, por César Fornis, Universidad de Sevilla

Agesilao II de Esparta conoció en sus cuatro décadas de reinado (h. 400-h. 360 a. C.) el apogeo y el declive del poder espartano. la gran expedición a Asia menor que dirigió entre  396 y 394, con la etiqueta de panhelénica (el objetivo declarado era liberar a los griegos que vivían en la región del dominio persa), se considera un precedente de la que llevará a cabo sesenta años después Alejandro magno, por más que el precedente sea modesto y sin parangón posible. con todo, el rey euripóntida derrotó en varias ocasiones a los sátrapas y logró una gran victoria en sardes, en 395, que casi le permite apoderarse de  la capital lidia. el botín final ascendió a más de mil talentos, de los cuales dedicó el diezmo (cien talentos) en el oráculo panhelénico de Delfos. Solo el estallido de la guerra de Corinto en el continente en 395 pudo forzar su regreso y cercenar potenciales planes de conquista.

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