Descripción

El rey Alfonso XI de Castilla (reg. 1312-1350) o el Onceno, como era conocido por entonces, perdió a su padre siendo muy joven, con apenas un año de edad. Se abrió entonces un largo periodo de regencia que sería muy perjudicial para Castilla, pues abrió la caja de Pandora de las disputas entre los nobles, que competían entre sí por el poder, las prebendas y los privilegios de la corte. Entre estos destacó don Juan Manuel, príncipe de Villena, a quien recordamos hoy por su colección de relatos moralizantes, El conde Lucanor, pero que en su momento supuso un verdadero problema para la Corona castellana. Este periodo de debilidad se tradujo en derrotas castellanas ante el principal enemigo de Castilla, el reino nazarí de Granada, como el llamado Desastre de la Vega de Granada. Alcanzada la mayoría de edad, Alfonso se hizo con las riendas del poder y emprendió política agresiva en la frontera sur. Por entonces el reino de Granada colaboraba estrechamente con el sultanado benimerín del norte de África, por lo que los castellanos hubieron de toparse con un doble y formidable enemigo. La rabiosa y compleja guerra que comenzó entonces se expresó de muchas formas: con trepidantes batallas navales, como la de Bullones, espectaculares batallas campales, como la del Salado, y durísimos asedios, como los de Tarifa, Algeciras y Gibraltar. En este último la fortuna dejó de sonreír a Alfonso y, mientras el ejército castellano se hallaba cercando la península, se extendió por el campamento una epidemia que no era otra que la Peste Negra, que acababa de llegar a Europa. El rey Alfonso enfermó y murió, dando así punto final a la campaña y a una exitosa vida dedicada al fortalecimiento de la Corona frente a los nobles y a la expansión territorial del reino.